Bolivia 1952. La revolución domesticada.

Terreno fértil, siempre agitado por terremotos humanos, por el frío que baja de las cumbres y choca con el calor que sube desde las selvas, Bolivia vive desde hace doscientos años buscando un equilibrio esquivo.

En 1952 vivió una de las mayores revoluciones de la historia latinoamericana, no tanto por su movilización o su violencia, sino, mas bien por sus protagonistas y por la oportunidad que se abrió como abre los ojos un recién nacido.
Antes del '52, el 70% de los bolivianos eran campesinos, el elemento obrero no alcanzaba el 10%. El 0.1% de la población (LA ROSCA) controlaba el 70% de la producción minera, el 100% de los servicios y los ferrocarriles, el 46% del comercio y el 26% del capital financiero. El 8,1% de los propietarios agrícolas tenían el 95% de las tierras productivas, dejando al 69,4% de la población con el 0,41% de las tierras aptas para el cultivo. Asimismo, 615 propietarios disponían de 16 millones de hectáreas, la mitad de la cantidad de suelo apto para uso agrícola del país, aunque solo cultivaban el 10% de esa superficie.
Después de años de agitación y descontento, con el linchamiento de un presidente incluido, las elecciones presidenciales de 1951 dieron como ganador al representante del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) Víctor Paz Estenssoro, un abogado que había fundado ese partido en 1941. De extracción burguesa, el MNR se presentó con consignas nacionalistas a las elecciones y logró imponerse con el 40% de los votos. Sin embargo, un golpe militar, otro más en la historia de Bolivia, impidió que este asumiera el cargo. Paz Estenssoro no se quedó de brazos cruzados y decidió él mismo dar un golpe. Las tropas permanecieron leales al gobierno de Ballivián y la asonada fracasó, pero, al tiempo que los cabecillas del fallido intento se exiliaban en las embajadas, se acercaban a la ciudad de La Paz columnas de mineros y campesinos. Estos interceptaron un tren militar en Mulluni y con esas armas marcharon sobre el ejército, cortando su línea de suministros, atacando la guarnición de El Alto y bajando a la ciudad. La lucha fue casa por casa, cuerpo a cuerpo. Con la dinamita con que los mineros abrían socavones ahora abrían claros en las filas de soldados, quienes tuvieron que elegir entre la rendición o el exterminio. El 11 de abril de 1952, cuatro mil soldados del ejército de Bolivia desfilaron en paños menores frente a las columnas de mineros y campesinos embriagados de triunfo.
La movilización que había visto la ciudad de La Paz no fue una casualidad, respondía a un programa creado y difundido por el Partido Obrero Revolucionario (POR) en el congreso de la FTSMB en 1946 llamado "Tesis de Pulacayo" que, entre otras cosas, establecía la escala móvil de salarios, reducción de la jornada de trabajo, ocupación de las minas, control obrero de la producción, apertura de las cuentas comerciales y armamento de los trabajadores. Con máximas como "toda huelga es el potencial comienzo de una guerra civil y a ella debemos ir armados" o "todos los sindicatos están obligados a formar piquetes armados con los elementos más jóvenes y combativos" la Tesis se ocupó de formar los cuadros de combate de la clase obrera boliviana.
La revolución triunfante llamó al presidente electo a ocupar el gobierno.
Esto generó un doble poder, MNR-COB, que regiría los destinos de la república durante dos lustros.
La COB, en la que se aglutinaban no solo mineros, sino campesinos, estudiantes,
intelectuales y miembros de la pequeña burguesía, presionó al MNR para que cumpliera con sus promesas electorales y diera un giro nacionalista a la política del país. Así, el se dio impulso a la nacionalización de las minas para canalizar las ganancias extraordinarias de esa actividad hacia la diversificación de la economía boliviana. Al mismo tiempo, se aprobó la ley de sufragio universal para todos los mayores de veintiún años sin restricciones de raza, nivel cultural o socioeconómico, multiplicando por cinco el padrón electoral.
El 2 de agosto de 1953 empezó a regir la Ley de Reforma Agraria, que repartía los latifundios a un millón de campesinos sin tierra, aunque ya muchas habían sido ocupadas por acción directa de los campesinos, terminando con la condición servil y cuasi-feudal de muchos trabajadores agrícolas.
No obstante estos cambios, el MNR no tenía en sus bases concepciones puramente socialistas y la COB, el POR y la FSTMB, que sí las tenían y predicaban, prefirieron apuntalar al gobierno de Paz en lugar de tomar el poder en sus propias manos. Solapadamente, el MNR empezó a reconstruir un ejército para Bolivia, que lo había perdido en abril del '52, con armas compradas a Estados Unidos, siguiendo una línea que lo llevaría a reedificar el estado burgués anterior a la revolución.
Pronto quedaría claro que la expropiación de las minas no había dado al estado las ganancias extraordinarias que esperaba. La reforma agraria repartió latifundios de baja productividad y la renovación de maquinaria agrícola no se verificaba, por lo que se debió recurrir a la importación de alimentos que, al ritmo de la inflación, elevaron el costo de vida real. Mientras tanto, el precio del estaño caía, y el gobierno debía afrontar los pagos de exorbitantes indemnizaciones a los dueños de las minas y latifundios expropiados.
Bolivia dependía de sus exportaciones de estaño, las cuales tenían un comprador por excelencia: Estados Unidos. Ante las medidas del gobierno del MNR-COB, tanto la embajada estadounidense en Bolivia, como los asesores de este país comenzaron una campaña para evitar que el país se convirtiera en un país netamente socialista. Estados Unidos no podía valerse de un ejército para dar un golpe de estado (como haría en Guatemala en el ’54) simplemente porque este no existía como tal, por lo tanto, optó por extorsionar al gobierno boliviano restringiendo sus compras de mineral y exigiendo condiciones para prestar su ayuda alimentaria, económica o técnica. Con el déficit de la balanza de pagos estrangulando al estado, el MNR, exhibiendo fisuras en su estructura, terminó por aceptar los tristemente célebres Planes de Emergencia del FMI y Estados Unidos: postergación de la diversificación de la economía, devaluación de la moneda, control de precios, congelación de sueldos y salarios, reducción del gasto en salud y educación y control de la importación.
Quizás el error más grave que la revolución cometió fue no tomar en sus propias manos el poder político. Al entregarlo al MNR, que era una extraña mezcla de facciones que coincidían solo en su origen burgués, perdieron la oportunidad de llevar a fondo medidas realmente socialistas. Así, permitió la recuperación de La Rosca, la intervención silenciosa de Estados Unidos, el rearme de un ejército boliviano (un agente represivo y golpista) y el desmantelamiento progresivo del movimiento obrero y campesino.
No obstante, las reformas del período 1952-1964 no carecen en absoluto de aspectos positivos. La revolución vino a romper con la somnolencia tradicionalista del país, sacudiendo (aunque no removiendo) los rasgos de caudillismo o cacicazgo que eran comunes en las comunidades andinas. La reforma agraria supuso un nuevo sistema orientado a la producción de excedentes comercializables en contrapartida del antiguo uso familiar o comunal de la tierra dirigido casi exclusivamente a la subsistencia, incorporando la posibilidad de movilidad social, hasta entonces, algo impensado, y terminando con el servilismo colonial. Se promovió el desarrollo de las zonas orientales del país y se fomentó la explotación petrolera. Se abrieron caminos para conectar y relacionar a los departamentos entre sí, atenuando el marcado regionalismo que aun hoy carcome a Bolivia. El elemento campesino-proletario que hasta entonces había sido tratado simplemente como mano de obra barata y dócil pasó a ser una fuerza política capaz de controlar al país y una fuerza militar en condiciones de batirse con ejércitos profesionales. Las reformas electorales dieron voz y voto a una enorme cantidad de personas hasta entonces marginadas de la vida política y el establecimiento de la educación universal y obligatoria redujo el analfabetismo.
En 1964, un golpe de estado derrocaba al gobierno. Terminaba el período más agitado y fascinante de la vida política de Bolivia en el siglo XX. Se perdía (o se escondía) la oportunidad de construir un país igualitario, sin regionalismos, ni racismo, sin Medialuna vs. Altiplano, consciente de si mismo, soberano y fuerte.
Ahora, un par de ojos negros se asoma.

viernes, 10 de octubre de 2008 2 Comments

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